VIII
Al llegar las marcas de la llegada estaban bastante claras, un frenazo y marcas de derrape, llegó con prisas. Mire al teja y vi que no era mi opción más segura, pero una de las ventanas del segundo piso me abrió la nueva ruta. Escale y entre por la ventana, era una de las salas que había visto en mi anterior visita, sabia donde ir y como encontrarle, pero esta vez se iba a enterar de con quien jugaba.
Me escondí en las escaleras, pegado al muro, y analicé la situación. Al parecer había habido reformas. El piso de la tarima ahora estaba distribuido de forma diferente.
Habían colocado la tarima junto a la pared y habían puesto un trono encima y detrás un toro de Osborne robado, de los de las carreteras. En el centro de la sala ahora había una mesa muy grande donde habían montado un laboratorio de drogas, pero estaba vacío, debieron ir todos a la discoteca.
En el trono el toro estaba sentado y parecía muy seguro de si mismo, tanto que me pareció que guardaba un as en la manga y no sabia cual.
Busqué a Lucia pero no estaba por ningún lado y me preocupaba bastante. Finalmente El toro habló.
-Se que estas ahí sal de una vez.-Su voz grave hacía que los instrumentos de vidrio de la mesa vibraran.
Comencé a caminar y entre al centro de su particular sala del trono, dejando la mesa entre él y yo.
-¿Dónde está?-Dije
-sabes porque no te he dejado que entraras por donde la otra vez.
-yo no quise entrar por ahí, use una ventana que…
-Estaba abierta en el segundo piso, que yo mismo abrí.-
-Y entonces porque no me has dejado según tu.
-Porque no quería que vieras tu sorpresa antes de tiempo-y señalo hacia el techo.
Allí colgada de una cuerdas pendía el cuerpo de Lucia sin moverse, como si se tratara de un macabro maniquí.
Mi ira crecía y tenía ganas de liberarla allí mismo. Me lancé hasta el toro saltando desde la mesa pero de un puñetazo me hizo chocar contra el suelo y sentí que mi herida se volvía a abrir.
-Esta vez no te lo voy a poner tan fácil. ¿Sabes?
Corrí de nuevo e intenté encajarle algún golpe pero ninguno atinaba a darle, todos los esquivaba o paraba sin problemas, parecía invencible, asique habría que tomárselo mas en serio. Se levante y se puso entre la mesa y su trono para pelar en serio.
Esta vez no corrí, me acerque y comencé a lanzar directos y esquivar o desviar sus golpes, el ritmo era frenético y no estaba en forma como para durar demasiado asique necesitaba algo que me diera ventaja y lo más cera era la mesa. Esquive un par de directo hacia mi cabeza, me agache, le barrí una pierna y pude continuar con mi plan.
Me escabullí y me acerque a la mesa. Le lancé un vaso a la cabeza y se protegió con los brazos, detrás me lancé yo y le embestí con todas mis fuerzas. Me choque con esa pared de ladrillos vestida como un toro y cayó al suelo dándose en la cabeza con el borde de su tarima y perdiendo el sentido. Por suerte funciono, pero no me sentía a gusto con mi victoria. Después corrí al tejado y subí el cuerpo de lucia. Al desatarla me esperaba lo peor posible, pero mis miedos se disiparon al ver que respiraba, que solo estaba inconsciente. La baje del tejado y la cargué a mis espalda. Durante el camino a su casa no se despertó pero en mi cabeza el recuerdo de lo que sentí antes de ver que vivía, cuando pensé quela había perdido, no me lo podía perdonar, como me podía perdonar que saliera herida de este asunto. La subí a su cuarto, aun no habían llegado sus padres, después la metí en la cama y le dejé una nota. Salí de su casa como había entrado el primer día, de la misma forma que nunca debí haberlo hecho, a donde jamás volvería a entrar.
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