VII
Algo, que intuí era una furgoneta con una forma muy muy extraña, atravesó la puerta delantera y arrolló a varias personas que no consiguieron echarse a un lado a tiempo. Cuando el polvo se asentó por fin vi que lo que había atravesado la pared era una furgoneta negra que llevaba en el frontal un armazón de acera soldado imitando a unos cuernos de toro. El lateral de la furgoneta se deslizo abriendo la puerta lateral por la que aparecieron unos cuantos hombres vestidos de negro con cascos imitando cuernos de toro, y detrás de todos el mastodonte conocido como “El toro” vestido de licra negra y con el casco con cuernos pero estos aun más grandes que los de los secuaces.
No pude verme la cara, pero seguro que en ese momento tendría la misma que la de todo el local, perplejidad absoluta. Primera la gente se río de ellos, pero en cuanto los secuaces dispararon, la gente pareció entender el mensaje. Esto es en serio.
Mire a mi alrededor e intenté ver por donde salir, cambiarme y actuar, pero me cruce con la cara de Lucia que con los ojos me suplicaba que me quedara con ella, que estaba aterrorizada. A regañadientes me quede, pero lo que iba a pasar después sí que me pareció surrealista.
Mientras “el toro” gritaba tonterías sobre que se iba a quedar con la ciudad y que ahora le tomarían en serio la cristalera del tejado saltó por los aires, yo cogí a lucia y la cubrí con mi cuerpo y aproveche la situación para saltar la barra y esconderla allí fuera del peligro. La dije que se quedará allí y que no saliera por nada del mundo hasta que yo volviera a por ella.
Mire por encima de la barra y por el hueco que daba a los pisos superiores aparecieron tres cuerdas por las que aparecieron tres personajes de lo mas extraños, uno iba de amarillo y Rojo chillón, otro vestido como de soldado con boina y por ultimo una mujer vestida con una especie de bañador de una pieza y capa. Totalmente ridículos.
Empezaron a decir
-Somos la liga anticrimen y venimos a detenerte malhechor.-Dijo el tipo de colores chillones.
El toro se rió en su cara y les pregunto que quien leches eran ellos.
-Yo soy Loro salvaje, el es el sargento anticrimen y ella la dama negra.
Las risas de los secuaces fueron más que sonoras y con razón.
Yo mientras conseguí salir por detrás de todos hasta la parte de atrás de edificio, y vi las cuerdas que habían usado los tres pintamonas para subir al tejado, subí yo también y me cambié, luego entre a la sala del dueño donde estaba escondido bajo la mesa. Cogí una de las cuerdas de dentro y vi como abajo los tres locos se enfrentaban a los secuaces y he decir que tenían estilo y sabían lo que hacían pero para acabar con uno tardaban demasiado por hacer posturitas o invocar sus técnicas de superhéroe, véase “picotazo de loro”, “puñetazo anticrimen” o “patada negra”.
Espere algún momento con menos tensión para aparecer pero los acontecimientos me obligaron a bajar antes de lo previsto. Uno de los secuaces tenía a alguien agarrado como rehén del pelo, Lucia, y la arrastraba hasta la furgoneta. Me enganche como pude y me deje caer quemándome los guantes y parte de las palmas de las manos. Al caer el silencio inundó la sala y podía ver el terror en los ojos de los secuaces que tenía cerca, sabían de lo que era capaz.
El jefe les mando atacarme y corrió a la furgoneta. Empecé a quitármelos de encima de tres en tres, cogía al primero, esquivé su ataque, le partí el brazo y le lancé a los otros dos, estos le pararon y antes de poder buscarme ya estaba volando hacia su cabeza y dejándoles inconscientes en el suelo. El ritmo fue frenético, ni siquiera pensé lo que hacer me dejaba llevar por mis instintos y camine en línea recta hasta la furgoneta, sin impórtame el daño que causaba ni cuanto les doliera. Antes de poder llegar me agarraron dos por la espalda y le dieron tiempo al jefe ea escapar en su trasto.
Fui a liberarme de los atacantes pero otro secuaz me sorprendió por delante y me dio un directo al estomago que me dejo sin respiración, después otro a la cara, estaba casi inconsciente, pero me sujetaban para tener a tiro, después una patada al costado que juraría que me rompió alguna costilla y finalmente me iban a quitar la máscara. Antes de que pudieran quitármela como tres rayos aparecieron los tres locos de los disfraces chillones y se encargaron de los tres atacantes. Caí al suelo y respiré como pude, el dolo del costado parecía disminuir y no parecía roto nada. Cuando pude levantarme los tres héroes estaban atando con presillas de plástico a los secuaces y poniéndoles contra una pared. En un momento dado mire al loro y nos cruzamos la vista, con un leve asentimiento deje ver mi gratitud y sin mas palabra salí corriendo, No hacían falta palabras sabíamos que nos veríamos y que ajustaríamos cuentas algún día.
La carrera no duró mucho ya que la furgoneta había desaparecido de la vista y no me iba a parar a preguntar a los jóvenes de por allí. Pero mi respuesta llego en forma de moto y mi camino por las sirenas de la policía. Cogí la moto y como pude la manejé. No tenía carnet pero había leído como hacerlo, claro que de la teoría a la práctica hay un gran trecho que no se salva así como así.
Finalmente dominé las marchas y aceleré hasta ponerme a la altura de un coche de policía que iba con sirenas y mucha prisa. Al llegar a su lado los dos ocupantes se fijaron en mí, me acerque por la derecha y el copiloto abrió la ventanilla.
-¿Pero dónde vas?-dijo bastante preocupado, luego me miró bien y me reconoció, su cara paso a ser dura y seria, casi de enfado.-Oye chaval es nuestro curro, vete a casa y deja que hagamos lo que tenemos que hacer.
Le fulminé con la mirada y tragó saliva.
-Si hubierais hecho vuestro trabajo bien desde el principio hoy no tendría que hacerlo por vosotros.
Pise a fondo y desaparecí entre los coches que circulaban por la ciudad, finalmente sin saber dónde ir, recordé donde había estado ese sitio antes, sabía que no era muy listo asique era mi primera y mejor opción. Por suerte acerté pero no sabía lo que me esperaba.
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