III
Las sirenas de la policía resonaban en el edificio. Intente oír pasos o gritos para ver por dónde venían, los localice y volví a mi escena, pero los guardia ya estaban casi fuera por la puerta opuesta a donde se oía a la policía.
Fui a coger a la chica, pero me rehuyó y agazapó en la esquina de la tarima.
-!!Déjame la poli me sacará de aquí, ¡¡No me hagas daño¡¡
Module la voz, como haría siempre que llevara el traje.
-La poli te detendrá durante horas, llamara a tus padres y obligará a decirles porque tu amiga está muerta en esa esquina- y señale el cuerpo de la joven que yacía unos metros más allá de nosotros.
-¿cómo sé que puedo confiar en ti?
-Me temo que no puedes saberlo, pero yo al menos no he salido corriendo sin ti. Aunque puedo hacerlo aun.
-Vale
Me la subí a la espalda y se agarró con las manos a mi cuello y los pies a mi cintura.
-No te sueltes y pase lo que pase no mires.
Salí corriendo hacia donde fue el jefe y atravesé la primera puerta del auditorio. De frente tenía unas escaleras y entremedias una puerta que daba fuera. La puerta. Al llegar a la mitad del camino entre la puerta de salida y por la que había entrado aparecieron frente a mi dos policías que me dieron el alto pistola en mano. Gire en seco y subí por debajo de la barandilla derecha a la escalera y subí a prisa hasta el primer piso. A la derecha y a la izquierda tenía pasillos que daban a más salas. De mi derecha salieron dos pandilleros disparando a diestro y siniestro. Corrí por la izquierda y llegué a una puerta cerrada, no sé porque los disparos cesaron enseguida, tampoco me interesaba en ese momento. Rompí la puerta de una patada y llegue a una habitación con muebles viejos. Miré por las ventanas y la policía corría de un lado a otro buscando gente que detener. Me gire sombre mí mismo y oía a la poli darme el alto desde el pasillo. Lancé la última bomba de humo hacía ellos y una densa nube cubrió todo el pasillo. Cogí carrerilla y lo atravesé barriendo a todo lo que hubiera por medio, no calcule y atravesé también la puerta de la sala del fondo del otro lado del pasillo, pero esta era más pequeña y solo tenía una ventana, los policías se levantaban y el humo se iba. Tenía una corazonada pero no estaba del todo convencido.
Corrí hacia la pared de la derecha y la embestí con todas mis fuerzas. Para mi sorpresa la atravesé como si nada, era una pared construida despues de la original con ladrillos finos, casi de mentira, habían tapiado el pasillo desde ese lado, supongo que al otro lado lo tapaban los muebles viejos.
Corrí por el pasillo pero al en la sala veía el brillo de varias linternas de la policía. Estaba rodeado por delante y por detrás. Solo me quedaba una cosa por hacer.
Me pegué a la pared derecha, recordé ala joven al notar el bulto y el quejido de apretón. Tenía unos 3 metros de carrera corta suficiente. Esprinte y en mi cabeza solo oí por un momento dos cosas, cristales rotos y un grito detrás de cabeza.
De pronto el suelo se vino contra mí e intente caer de pie, para amortiguar la fuerza principal y después de la inercia clave las rodillas y las manos en la arena humedecida y blanda del parque. Intente borrar mis huellas moviendo la tierra y salí corriendo casi 1 kilometro hasta que el subidón de adrenalina paró y recordé que llevaba una pasajera.
Frene en un parque oscuro muy tapado por los arboles y oí atentamente si las sirenas se acercaban. Pero no oí mas que el sollozo de la joven que permanecía acurrucada en el banco con los ojos abiertos y con atque de ansiedad.
Por fin habló y dijo.
-¡¡¡¡Chiflado!!!!
-De nada. ¿Sabe alguien que estabas con la otra chica?
-No, me escape sin que se enteraran mis padres.
-Pues vamos, te llevo a casa y te olvidas de todo lo que ha pasado esta noche.
-Puedo yo !gracias¡
Me di la vuelta y comencé a andar.
-Espera, ¿Quién eres?
Me giré y la miré por un momento, bajó la cabeza y aproveche para correr y esconderme en el coche más cercano. Espera a que se fuera y salí corriendo a casa, subí y volví a dormir pensando en todas las armas que casi me matan ese día.
La mañana siguiente me levante dolorido, la carrera con la chica a la espalda me dejo bastante dolorido, pero lo peor fue intentar andar, el pie me mataba, no estaba roto pero el esguince no me lo quitaba nadie. No creí necesario ir al médico, pero me vendé el pie e intente no usarlo demasiado. Como no trabajaba y aproveche para cogerme las vacaciones use la semana y media de reposo para seguir investigando y desarrollando materiales.
La siguiente semana aun estaba dolorido y lo pase sin hacer demasiadas salidas, casi todas de patrulla de emergencia y recopilación de información. Debía enterarme de quienes estaban al mando de la ciudad.
Por lo visto la zona norte pertenecía a la banda que había visitado en el almacén, un grupo de chavales que necesitaban cada uno a sus padres, había gente de todas partes y todos parecían seguir al grandullón que dejé noqueado, pero su fama era digna de mención, un ex levantador de peso que decidió hacerse un grupo de amigos con mala leche y poco a poco acabo teniendo toda una zona de la ciudad para el solo. A estos los llame los Toros, aunque ellos no tenían nombre de grupo me pareció gracioso dado el mote de su líder.
Al Este de “Los toros” los chinos tienen su imperio comercial con tiendas, casas y todo un barrio donde el chino es la lengua oficial. “los toros” y estos andaban de broncas cada dos por tres porque algún chino había abierto una tienda mas allá de la frontera con los toros, mas conocida como la línea amarilla.
Pegados a los chinos por el sur y dominando la zona oesta y parte de la sur los Urban diablos se organizaban para tener el control de la zona de marcha y salidas nocturnas de toda la ciudad. Si querías bronca sus locales eran los favoritos, niñatos emporrados y empastillados hasta las cejas con música ratonera que te dejaba sordo y acababan dándose con algún otro descerebrado en las mismas circunstancias. Estos eran peligrosos de verdad, una verdadera mafia que se encarga de todo lo peor y más gordo de la ciudad, una presa demasiado grande para morder aún.
Y por último en la zona sur la policía se encargaba del pequeño trozo de las casa ricas del sur, donde ninguna banda había llegado aun, aunque sospechaba que todas las bandas tenían sus propios negocios con algún policía que daba el visto el bueno, especialmente a los diablos.
Por suerte el este de la ciudad estaba limpio, no había mas que casas y bares, no había nada que atrajera a las bandas asique permanecía en un precario equilibrio de poder entre la policía y la responsabilidad de los ciudadanos que vivimos ahí.
Cuando al final me organicé la ciudad supe que debía hacer , primero acabar con los toros, eran muchos, muy locos y mas organizados, pero necesitaba saber más del cabecilla y del tío que parecía que organizaba todo. Creo que en ese momento tuve la idea más loca de toda mi vida, un suicidio, colarme en la comisaría para sacar información de este tipo.
Toda una locura pero primero debía pedir perdón a alguien.
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