viernes, 25 de marzo de 2011

Las sombras de la ciudad VI





VI

Llegué a la verja pero esta vez me tuve que esconder nada más llegar, en ese momento salían de la casa los padres de Lucía, un señor de estatura media, medio calvo y algo rellenito y una mujer casi tan alta como él y de pelo largo, rizado y moreno. Salieron de la casa y se montaron en el coche que había en la entrada de la casa. Cuando se alejaron y vi que no me podían ver. Entre rápido antes de que la verja automática se cerrara.
Subí de nuevo por la cañería y en la habitación estaba lucia en la cama tumbada con música puesta a todo volumen.

Golpee en la ventana, pero la música no la dejaba oírme, golpee más fuerte y seguía sin oírme. Me quedé un minuto colgad durante el cual me pregunte si de verdad merecía la pena, finalmente la canción termino y golpee de nuevo la ventana.

 Lucía se asusto y al verme se acerco a la ventana y me abrió. Salte dentro y se volvió a acercar a mi corriendo pero esta vez en lugar de darme un bofetón me abrazó. 

-Sabía que volverías
-Tenía que asegurarme que estabas bien.
-Ahora ya lo estoy.
Entonces me miró a los ojos, subió su mano e intentó quitarme la máscara, pero la pare a tiempo.
-Necesito verte.
-¿si no te gusta quien soy debajo?
-Solo hay una manera de saberlo.
Aflojé mi mano y me quitó la máscara, se acercó a mí y me beso profunda y lentamente.
-Así me gustas más.
Volví a besarla y esta vez me llevó a la cama y se tumbó sobre mí. Se apoyó en mi herida y me di un pequeño grito de dolor. Se apartó de golpe y me miró asustada.
-Tranquila, es que tengo una pequeña herida.
-Déjame ver.-Me levanto la camiseta y me vio la herida suturada y la gasa.-Dios, es enorme ¿Que te pasó?
-Me dispararon.-Se llevó las manos a la boca y me miró con terror en los ojos.- Tranquila solo fue superficial, un rasguño, nada más.
-¿Por qué haces esto? Te arriesgas sin motivo
-Si tengo un motivo, estaba harto de ver como esta ciudad se consumía en la locura, las drogas y el crimen.
- Solo espero que no te pase nada.
Se apoyó en mi y se quedó tumbada sombre mi pecho.
-Oye ¿y si salimos?
-¿Cómo una pareja quieres decir?
-Bueno, me refería a salir a la calle, pero eso también me parece bien.
-Tengo que salir por si hago falta, esto es a jornada completa.
-Por favor, además con eso así no creo que sirvas de mucho.
Dude pero acepte y quede en que volvería en media hora vestido de calle.

Antes de salir me dio otro beso y salte por la ventana de vuelta a casa.

De camino muchas ideas se me pasaban por la cabeza, ella, el disfraz, “los toros”,… demasiados líos para una sola persona, pero yo había elegido ese camino.

Me cambié de ropa dejando las protecciones pero llevaba el traje debajo. Encima me puse una camisa negra y debajo unos vaqueros azules. No llevaba mi equipo, ni el cinturón ni las botas, en cambio me puse unas playeras negras y llevaba la cuerda escondida en el abrigo. 

El camino de vuelta a casa de Lucia se me hizo extraño, iba normal y además no me tenía que esconder, fue extraño pero agradable.

Al llegar pensé en saltar pero llame al telefonillo y esperé a que bajara.
Cuando abrió la puerta principal me quede perplejo, a través de ella acababa de aparecer un ángel. Llevaba un vestido azul precioso que le dejaba al aire los hombros sobre los cuales caían sus preciosos rizos dorados. La escena fue impactante y al acercarse fue aun mejor, su preciosa cara y sus ojos azules brillaban con las luces y la luna. Le acaricié y noté que no tenía maquillaje, era así de verdad. 

Cuando por fin volví a mi ser cerramos la puerta de la verja y comenzamos a andar. Antes de que pudiera decir nada comenzó a hablar. 

-Te parece si vamos a la discoteca la “Rosa negra”, está cerca y suele ser tranquila.
Tranquila es, está en el lado de mi zona, pero cerca de la de los toros, no es un sitio muy concurrido, es casi una discoteca de pijos y gente tranquila ya que allí el control de drogas es mayor que en los otros locales y dentro apenas encuentras líos. Había vigilado el local y lo tenía controlado.

 La verdad que era muy impresionante. Está colocado en frente de un parque donde suelen beber los jóvenes antes de entrar a bailar. La entrada estaba vigilada por dos maromos y la única entrada, aparte de esta, es la salida de emergencia que estaba conectada a la alarma de incendios. El interior es espacioso, una gran sala de baile en el centro con una barra a cada lado y en la fachada frontal se colocan los Dj’s y las gogos. Encima hay dos pisos con las zonas vips que dan a la pista central y arriba del todo una cúpula de cristal que daba al despacho del dueño. Realmente ostentoso. 

Pasamos la entrada sin problemas y nos adentramos en el ruido ensordecedor que a mí personalmente me desorienta. 

Al entrar me arrastro a la zona de baile y nos movimos durante un rato, no cuanto ya que perdí la noción del tiempo entre la música y el ensimismamiento que tenía con esa preciosa mujer que bailaba junto a mí.

Después de bailar una canción lenta y tener que echar a un tío que se había intentado agarrar a Lucia nos acercamos a la barra a tomar algo y descansar. La música cambió de nuevo y el ritmo se volvió frenético, casi estridente. 

La charla ligera con Lucía me despejo y me hizo olvidarme de mis preocupaciones, me conto cosas sobre ella, estudia y tocaba el violín. Por supuesto no tenía novio y aunque salía a veces no bebe ni fuma. 

La música, el ambiente y la compañía hacían que la noche mereciera la pena. Todo iba a la perfección pero siempre tiene que haber algo que lo fastidie, como la frase “hace un día maravilloso, veras como viene alguien y te lo jode” pues algo así pasó.

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