Enlace Capitulo 8
Capítulo 9: Un pokémon muy cibernético.
Los
amigos habían pasado aquella noche en las habitaciones para entrenadores del
Centro Pokémon y Jorge estaba dispuesto a ganar su segunda medalla de gimnasio.
Cuando
se disponían a abandonar el Centro Pokémon, una de las enfermeras chilló tras
el mostrador de la entrada. Al parecer, un pokémon había inutilizado la base de
ordenadores y también había lanzado una pequeña descarga a la mujer.
-¿Qué
pokémon es ese?- Jorge sacó la Pokédex que le había prestado su tío que era muy
similar a la de Hipo. Se abría hacia arriba, contaba con una pantalla algo más
grande que la que él había heredado y perdido y varios botones para
controlarla.
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Porygon salvaje |
-<<Porygon pokémon del tipo Normal. Este pokémon artificial
es obra de científicos. Está formado por códigos de programación y se mueve
libremente por el ciberespacio aunque también recorre nuestra realidad con soltura>>
-¡Cuidado!- Porygon lanzó un gran Rayo al ver a los tres
jóvenes. El ataque destruyó una de las plantas decorativas mientras la
enfermera y los tres amigos se tiraban al suelo para eludirlo- ¡Eso sí que ha
sido potencia!
Porygon entró por una de las ranuras del ordenador y
desapareció.
Después de este encontronazo, decidieron volver al gimnasio
pero aún no iban a poder. Un chico junto a un Aipom estaba practicando lo que
parecía un Rapidez. Cual fue la sorpresa, que justo consiguió emitir una ráfaga
de estrellas cuando los tres amigos andaban por la acera, teniendo que
agacharse para que no los dejara hechos papilla.
-Que día llevamos…- apuntó Hipo incorporándose.
-Cuando lo siento- el chico, no más grande que nuestros
amigos y con una gorra que le tapaba la cara, agachó la cabeza a modo de
disculpa.
-Tranquilo, no pasa nada. ¿Estás entrenando con tu Aipom?
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Aipom del extraño chico |
-Sí, pero aún no conseguimos un Rapidez de verdad.
-Excepto el que casi nos rebana la cabeza. Veamos que dice
la Pokédex- Hipo sacó su Pokédex de color amarillo eléctrico.
-<<Ditto pokémon de tipo Normal. Este…>>- el
chico dio un manotazo a la que fuera líder de gimnasio y la Pokédex se hizo añicos
al golpearse contra los adoquines.
-¡Eh! ¿Que te pasa?
-¡Oh dios mío! ¡Cuando lo siento! Creí ver… una avispa en tu
mano y… solo quería ayudarte.
-¡Pues espero que me ayudes a arreglar mi Pokédex! Que poco
nos duran…- recogió lo que quedaba de ella. La pantalla estaba partida por la
mitad, algunos botones se habían desprendido y la carcasa estaba abierta
mostrando los componente electrónicos de su interior.
-Tranquila Hipo, solo ha sido un accidente- Jorge sujetó a
la chica para que no llegara a las manos.
-¡Tengo una idea! ¿Por qué no me ayudas a entrenar Jorge? Mi
Aipom y yo necesitamos todavía mucho.
-¿Yo? Acabo de salir del Centro Pokémon. Iba al gimnasio y
quería que mis pokémon estuvieran al cien por cien.
-No te preocupes. Solo sería un combatillo de nada. Yo tan
solo poseo a Dit… quiero decir a Aipom.
En la gran plaza de la ciudad decidieron que se disputaría
el combate. Hipo actuaría de árbitro. Los dos combatientes dejaron una
distancia más o menos reglamentaria entre ellos.
-Solo se usará un pokémon. ¿Estáis preparados chicos?- los
dos asintieron con la cabeza- Pues entonces, ¡podeis comenzar!
-Venga Aipom, al tajo.
-Adelante Nincad…
El chico tosió exageradamente- Creo que no es una buena
opción frente a mi Aipom.
-¿Cómo? ¿Tú crees? Vale, está bien- Jorge cambió de poké
ball- Cynda adelante. ¿Mejor?
-¡Eso es otra cosa!- pero Cynda comenzó a andar, sorteando
los canales de agua salada, y se acercó al chico- Hola Cyndaquil… vamos a
combatir, sí. Buen chico, buen chico.
Cynda lanzó su Lanzallamas contra él y se pudo ver que en
realidad era Miguel. La ropa que llevaba se chamuscó y la gorra desapareció por
lo que Jorge y sus amigos no tuvieron duda alguna.
-¡Maldito enano! Ditto Transformación- el falso Aipom se
convirtió en un Cyndaquil- Ahora te achicharraremos nosotros. ¡Lanzallamas!
-¡Cynda esquivar y Rapidez!
-Esas estrellas han dejado muy debilitado al Ditto de
Miguel- señaló Hipo colocándose junto a su amigo. Sin embargo, de un segundo a
otro, una red metálica atrapó a Cynda- ¡Eh! ¿Ya estáis haciendo de las
vuestras? No aguantabais más.
-Ya era hora… Ditto ha sufrido un duro revés.
-¡No te hagas el listo conmigo, querido! ¡Solo tenías que
obligarles a sacar un pokémon! No que nos descubrieran…
-Adelante Nincada. Excavar- el pokémon de Jorge se introdujo
en el subsuelo. Movió los adoquines cerca de Carla que provocó que perdiera el
equilibrio y cayera en uno de los pequeños canales.
-¡AH! ¡Este vestido vale más que todos vosotros! Loudred
adelante. ¡Salva mi honor!
Sin acabar con las sorpresas, nuevamente apareció Porygon,
el que se habían encontrado en el Centro Pokémon. Comenzó a cargar energía
psíquica en la punta de lo que sería su hocico. El potente rayo multicolor, más
comumente conocido como Psicorrayo, dejó
fuera de combate a Ditto.
Jorge decidió unir fuerzas con aquel Porygon- Nincada
Bofetón Lodo.
La salpicadura de barro blando más un nuevo Psicorrayo de
Porygon lanzaron a los dos ladrones a la fuente de la plaza con forma de
Suicune. Porygon huyó del lugar.
-¡Malditos! ¡Otra vez que se salen con la suya!
Como el que no quiere la cosa, ya era la hora de comer y el
gimnasio estaba cerrado. Un chorro de lágrimas que llegaban hasta el suelo
emanaban de los ojos de Jorge que pasaron de seguirle el juego al Equipo Cirio.
-¿Por qué no comemos también nosotros?- propuso Hipo para
animar a Jorge.
-Los martes mi tío cierra. Es el único día que libran para
descansar.
-¡Perdona! ¿Has olvidado que tienes un
amigo chef? Yo os preparé una suculenta comida. Tengo los mejores ingredientes.
En las afueras de la ciudad, en un
merendero, establecieron su campamento de mediodía.
-¡Voy a estallar!- Jorge tuvo que
aflojar algunos agujeros en su cinturón tras la comilona.
-Yo también… ¡Estaba todo buenísimo!
Pero era mucha…
-¿He preparado demasiada comida? ¿De
verdad? Creo que me he pasado…
Jorge abrió su mochila para tomarse sal
de frutas cuando se dio cuenta de una cosa, aún no había probado la máquina del
profesor. Incluso, se encontraba todavía precintado el paquete. Cortó la cinta
de plástico con uno de los cuchillos y lo abrió.
-Pues parece un simple ordenador
portátil. ¿A que sí Raúl?
-Yo también creo eso. ¿Estás seguro que
esta es la máquina del Profesor Galache?
-No sé, debería. Aquí hay una nota.
Parecen las instrucciones.
-Léelas y salgamos de dudas.
-“Portátil de Pokémon. Máquina diseñada
para el envío de pokémon”- Jorge le dio la vuelta al papel- No pone nada más.
-Pues menudas instrucciones…
-Lo encenderé- Jorge presionó el botón
y tras cargar una página de entrada y conectarse a internet automáticamente,
saltó una animación a todo volumen del profesor Galache- ¿Que era eso…? Mi
corazón…
-¡Qué susto!- respondió Raúl recogiendo
el tenedor que se le había caído.
-“Hola, Jorge. Te indicaré como
funciona esta máquina”- el profesor virtual muy parecido al Profesor Galache se
movió por la pantalla señalando los diferentes iconos que había- “Este es el
mapa de la región y este otro una Pokédex”
-¡Que útiles!- apuntó Jorge con
ilusión.
-“Ninguno de los dos funciona”
-¡Pues estamos buenos!...
-“Este otro sí que funciona. Es el envío
de Pokémon. Donde se encuentra la disquetera pueden insertar una ball. Si
conectas con mi laboratorio viajará directamente hasta aquí. Y ya está. Adiós”
-No es de muchas explicaciones, por lo
que se ve- asintió Hipo comprobando que el profesor virtual había desaparecido-
¿Y lleva varios meses para inventar esto? No me lo creo…- de pronto de la
disquetera comenzaron a salir chispas- ¡Ah! ¿Que has hecho Jorge? ¿Ya lo has
roto?
-Pero si no he tocado nada- el cajón se
abrió violentamente y salió Porygon. La pantalla se apagó- ¿Otra vez tú? Espero
que no lo hayas roto porque lo acabo de estrenar.
Porygon comenzó a dar vueltas alrededor
de los tres jóvenes.
-¿Qué le pasa a este? El pelo no me lo
toques.
-Creo que quiere que le sigamos.
¿Vosotros que decís?
Hipo y Raúl se encogieron de hombros.
Por una parte les intrigaba aquel pokémon cibernético pero otra desconfiaban.
Finalmente, optaron por serguirle.
Porygon fue el primero y los chicos
detrás. Les condujo al centro de la ciudad, a un gran edificio con la fachada
de cristal.
-¿Dónde nos has traído Porygon? Estamos
lejos del merendero. A este paso no voy a tener mi combate de gimnasio en la
vida.
El pokémon atravesó el umbral de la
puerta principal, que estaba abierta de par en par. Intrigados, se asomaron y
vieron que se trataba de un banco.
-¿Esto es un banco? ¿Y por qué no tiene
un letrero o algo en la fachada como todos?- Porygon les indicó la planta de
arriba- Oye chicos, ¿no os parece raro que un banco esté tan desierto un día
entre semana como hoy? No sé aquí pero en Ciudad Brillante estaban abiertos por
lo menos hasta las dos.
Al acercarse a la escalera oyeron algo.
-¡Mételo todo en la bolsa! ¡¡Rápido!!
-Sí, sí…
Los chicos se llevaron la mano a la
boca. Quedaron petrificados al escuchar y después ver con sus propios ojos lo
que allí estaba sucediendo.
-Es un atraco- dijo Jorge con un hilo
de voz- ¿Qué hacemos?
-Pues lo primero llamar a la policía.
Vamos, digo yo.
-Que vienen- Raúl comenzó a correr de
puntillas por el hall.
-Llamad a la policía. Yo me ocupo de
entrenerlos. Adelante Pidgey, Tornado.
El remolino zarandeó a los ladrones que
bajaban raudos y veloces por las escaleras de acero y cristal, algunos peldaños
se rompieron. Porygon lanzó su Rayo para noquearlos. Pidgey tuvo que eludir el
ataque de Porygon, ya que era muy potente y contundente. Los dos sujetos
enmascarados estaban inconscientes. Poco después vino la policía con sus
feroces Growlithe y los detuvieron.
-Ha sido muy peligroso chicos. La
próxima vez esperad a que lleguemos, ¿entendido?
-Como usted diga agente.
Los tres jóvenes salieron del banco y
continuaron la calle hacia el merendero de las afueras.
-En un momento, en donde nos hemos
metido… ¡que miedo chicos!
Cuando andaban por la adoquinada calle,
Porygon comenzó a seguirles. Jorge se hizo el sueco aunque sabía de sobra que
el pokémon venía detrás.
De repente, se giró con algo en la mano-
¡Adelante Poke ball!
Porygon salió pocos segundos después de
entrar en el aparato esférico.
-¿Lo vas a intentar capturar? Como no
te des prisa lo haré yo, me he quedado fascinada con su Rayo.
-Adelante Nincada, Garra Metal.
-Ese ha sido un golpe contundente…
-Ya te digo Raúl. Es que Nincada
convierte sus garras de tal manera que parecen de puro acero.
-Nincada ahora usa Bofetón Lodo.
Porygon recibió la tierra mojada
dejando de levitar y aterrizando en el suelo.
-Lo volveré a intentar ¡Adelante Poke
ball!
No se mantuvo en el interior aunque
estuvo más que la vez anterior.
-Ese pokémon es duro de pelar, y eso
que no es de tipo Eléctrico.
-Intentemos otra cosa. Nincada Excavar.
-Esa es una buena estrategia. Ahora
Porygon lo tendrá muy difícil para saber de donde vendrá vuestro próximo ataque.
Pero al poco de que Nincada saliera del
suelo, Porygon usó un movimiento extraño que no habían visto, al menos Jorge.
Se trataba de una campana protectora de color verde.
-¿Que ha sido eso?
-Creo que es Protección. En alguna
ocasión en el gimnasio los aspirantes lo usaban. Es un buenísimo escudo de
defensa. Pero sí se usa muy continuado termina por fallar.
-Bueno, pues estonces no pararemos de
atacar. ¡Nincada Garra Metal una y otra vez!
Como predijo Hipotenusa, la protección
se desvaneció tras absorber varios arañazos. Cuando Nincada consiguió golpear a
Porygon, éste apenas se inmutó y lanzó su Psicorrayo.
-Nincada esquívalo y Garra Metal- Jorge
tenía una nueva oportunidad después de apartarse del rayo multicolor- ¡Vamos
Poke ball!
Porygon, al encontrarse tan agotado, se
quedó dentro de la ball. Que el piloto rojo se apagara indicaba que Jorge se
había hecho con su sexto pokémon.
-¡Bien, tengo un Porygon!
-Tienes que saber que los Porygon son
muy difíciles de encontrar. Tienes todo un lujo de pokémon. Y encima sabe Rayo.
Ojalá me hubiera adelantado yo…
-Tú siempre igual con la electricidad…