Enlace Capítulo 25
Capítulo 26: Se caldean los ánimos; ¿está en juego algo más que una amistad?
Después de todos los
encontronazos, nuestros cinco amigos habían pasado todo el día andando por la
ruta que une Ciudad Hayedo y Pueblo Canario, ya que se desviaron demasiado
pronto en el Camino Bicis.
Ya estaba anocheciendo, y
aun no habían llegado a Pueblo Canario. Por ello, decidieron acampar entre unos
árboles, junto al largo camino en el que habían estado todo el día.
-Estoy agotada, queridos…
Esto no es bueno para mis piernas…
-Quizás nos hayamos excedido.
¿Quién tuvo la idea de salir tan pronto del Camino Bicis?
-Bueno, eso ya da igual-
apuntó Jorge tomando el mando- Debemos hacer una fogata y montar las tiendas de
campaña. Hipo y yo iremos a buscar leña para el fuego.
-Yo me ocuparé de la cena.
Prepararé los ingredientes y los recipientes mientras preparáis el fuego.
-Carla y yo podríamos
ocuparnos de las tiendas.
-¿Cómo dices, querido? ¡Estoy
compareciente y llevo todo el día andando!
Jorge e Hipo se alejaron
un poco del campamento para encontrar lo necesario para la lumbre.
-¿Cuándo le vas a decir a
Carla lo de tu Pokédex?- preguntó sin rodeos Hipo.
-No lo sé. No es el
momento. Entre lo de su accidente y lo de Espeon… Además, no estamos seguros
que hayan sido ellos.
-Deberías habérselo
preguntado hace mucho tiempo, incluso antes de todo eso. Parece que hubieras
olvidado lo importante que es esa Pokédex para tu familia.
-No, no lo he olvidado.
Además, Carla y Miguel han devuelto todo lo que tenían que no era suyo, lo que
habían robado. Entre esas cosas no estaba mi Pokédex, si no ya me la hubiera
devuelto.
-Eso no significa que no
haya pasado por sus manos.
-Creo que cada día te
pareces más a mi madre que a mi amiga. ¡Estás todo el día diciéndome lo que
tengo que hacer!
-¿Cómo dices?- Hipo
comenzó a elevar el tono de voz- ¡Pues yo creo que soy algo más que una amiga!
-¡Me estás ahogando con
tantas instrucciones y ordenes! ¡Haz esto, haz lo otro!
-¡¡Yo solo me preocupo por
ti!!
-¡TÚ A MI NO ME GRITAS!
-¡PUES TÚ A MI TAMPOCO!
Tras esta discusión, cada
uno tomó un camino diferente.
Poco después llegaron los
dos, al mismo tiempo, al campamento. Miguel ya había acabado de montar las
tiendas con la ayuda de Raúl, el cual empezaba a pensar que no llegarían con la
leña.
-¿Pero dónde habeis estado…?-
pero Raúl fue interrumpido.
-Hombre, míster
desagradecido. Ah no, que no quiero decirte nada. Me morderé la lengua.
-Ten cuidado, ¡mamá!, no
vaya a ser que te envenenes tu sola al morderte.
-¿Os ocurre algo,
queridos?- preguntó Carla que se había tumbado en una larga piedra plana
estirando las piernas.
-Tú mejor cállate- le
espetó Hipo de muy malas formas.
-¡No le hables así!- gritó
Jorge encarándose con Hipotenusa.
Raúl y Miguel tuvieron que
separarlos.
-¿Qué demonios os pasa?
-¡NADA!- respondieron los
dos jóvenes y a continuación cada uno se metió en una tienda.
Raúl, Carla y Miguel se miraron
y quedaron muy sorprendidos de lo que acababa de pasar.
Cuando estuvo preparada y
servida la cena, continuaron las malas caras. Jorge e Hipo se habían sentado
cada uno en un extremo de la mesa plegable, comiendo lo puesto en su plato y
lanzando miradas asesinas al otro. Los demás comían atemorizados.
-Pues al final se ha
quedado buena noche- Raúl intentaba desviar el tema.
-Sí- contestaron Carla y
Miguel con un hilo de voz.
-¿Qué opináis vosotros?
-¡Pero mira que eres
mala!- gritó Jorge de pronto- ¡Prefieres que rompa una nueva amistad a esperar
un poco más!
-¡Ya te dije que lo podías
haber dicho antes! ¡¿Es que no me escuchas?!
-Muy bien- Jorge se
inclinó sobre la mesa y miró fijamente a Carla- ¿Cogiste tú mi Pokédex en la
Cuava Magma?
-¿Cómo dices, querido?
-¡La Pokédex!- chilló Hipo
dando un golpe en la mesa. Los platos dieron un bote y los vasos se derramaron.
-Yo no sé nada de una
Pokédex, queridos. Nosotros solo estábamos capturando pokémon en aquel lugar-
contestó Carla asustada.
-Es cierto. Nosotros no
vimos ninguna Pokédex- Miguel apoyó a su amiga de la infancia.
-¡¡Lo ves!! ¡No saben
nada!
-¡Pues fueron ellos los
que te empujaron!
-¡Pero eso no implica que
me robaran la Pokédex!
-Os podéis tranquilizar.
Ya os han dicho que ellos no saben nada- Raúl intentó calmar a los dos, hasta
entonces, amigos.
-¿Y deberíamos fiarnos de
ellos?
-¡¡Hipo!!- Jorge, ciego
por el enfado, lanzó su vaso a la chica. Ésta lo esquivó y el vaso se hizo
añicos contra el suelo
-¡¡¿PERO QUÉ TE CREES QUE
ESTÁS HACIENDO?!!- Hipo cogió el tenedor y se lo tiró a con todas sus fuerzas.
Jorge lo paró con su plato, ya vacío, a modo de escudo que le estalló en el
pecho y la cara. Uno de los trozos le ocasionó un corte sangrante en la
mejilla.
-¿Estás bien?- Hipo bajó
el tono preocupándose por el estado de Jorge.
-¡NO ME VENGAS AHORA CON
ESAS!
-¡ERES LO PEOR JORGE!-
Hipo le lanzo ahora el plato a modo de disco volador.
Raúl lo interceptó-¡Quietos!
¡Os vais a matar!
-¡¡La culpa es de ella!!
-¡¿CÓMO?! ¡¿NO TE DAS
CUENTA QUE SOLO QUIERO AYUDARTE?!
-¡SÍ! ¡YA HE VISTO QUE EL
TENEDOR ERA SOLO PARA AYUDARME!- respondió Jorge señalándose el corte de la
mejilla, en la cual surcaban varias gotas de sangre.
Raúl, Carla y Miguel no
sabían muy bien lo que hacer, sus dos amigos estaban lanzándose utensilios de
comida y su amistad pendía de un hilo.
A la mañana siguiente, la
tensión continuaba muy presente.
-Os pido que mis platos,
tazas y cubiertos acaben sanos y salvo- apuntó Raúl recordando el suceso de la
noche pasada.
-Tranquilo, sobrevivirán.
Hoy me marcho a Ciudad Brillante. ¡Allí
seré más útil!
Jorge continuó tomándose
su leche y sus tostadas como si nada, sin tan siquiera levantar la mirada.
-¿Pero vosotros no erais
amigos, queridos? Os conocéis desde ya hace algún tiempo. Ya habéis pasado
muchas cosas juntos.
-Carla tiene razón.
Vosotros ya erais amigos cuando me conocisteis a mí en Pueblo Incienso o cuando
el Equipo… quiero decir cuando Carla y Miguel se cruzaron en vuestro camino.
-¡Decídselo a este mendrugo de pan!
Jorge lanzó su taza a Hipo
cuando se hubo terminado la leche.
-¡He dicho que mis cosas
no son proyectiles que os podáis tirar!- gritó Raúl enfadado cuando la taza
blanca como la nieve se estrelló contra un árbol- ¡Esto ya supera nuestra
paciencia!
-¡Es cierto, queridos! Nos
habláis mal y nos podéis lesionar con vuestras disputas.
-Las cuales no sabemos
dónde han comenzado- indicó Raúl mirando a sus dos amigos- O arregláis esto o
seremos nosotros los que nos iremos.
Jorge e Hipo se miraron
ante aquella amenaza que apoyaban Carla y Miguel.
-Empezad contándonos el
principio de esto.
-No.
-Venga…
-No.
-¡AHORA!- gritaron Raúl,
Carla y Miguel.
-Yo solo me preocupo por
él y me lo agradece con gritos y malas formas- Hipo fue la primera en hablar.
-Pues tú de eso no estas
corta, querida.
-Lo que hace ella es
atosigarme. Yo al principio pensaba que la Pokédex la teníais vosotros pero
visto lo visto es evidente que no. No me gusta la gente que acusa sin argumentos.
-¿Una Pokédex?
-Sí, Jorge la perdió antes
de llegar Ciudad Aguamarina y es una reliquia familiar. Pero si no la teneis
vosotros, no sabemos donde puede estar. Además, si no tienes tu Pokédex eses
porque tú la perdiste- Raúl puso la verdad sobre la mesa dirigiendose a Jorge-
Tú eres el único culpable de que la Pokédex de tu familia se haya perdido.
-Eso.
-Tú no estás exenta de
culpa, Hipo. Tú siempre le estás diciendo a Jorge lo que tiene que hacer más
allá de la mera información de cada momento. Y tampoco puedes ir por ahí
hablando como nos has hablado estos dos días o rompiendo platos en la cara de la
gente.
Jorge e Hipo agacharon la
cabeza.
-Vuestra discusión se basa
en una tontería enorme. Una Pokédex que se puede encontrar y se va a encontrar.
Esa ha sido la raíz del problema.
-Perdona que os haya
acusado sin pruebas- Hipo fue la primera en disculparse- Y perdona que rompiera
tus cosas.
-Ellos tienen razón- Jorge
miró a los ojos a Hipo- Tú has estado a mi lado casi desde el principio de mi
aventura pokémon. Solamente te has preocupado por mí. La culpa ha sido mía.
-No Jorge, la culpa es
mía- Hipo sacó su pañuelo y apretó ligeramente en el corte de Jorge, que había
comenzado a sangrar nuevamente al gritar- Me he puesto muy pesada con lo de la
Pokédex y lo que debo hacer es ayudarte a buscarla, no gritarte. Eres muy
importante para mí Jorge.
Los dos jóvenes se
abrazaron fuertemente.
-¡Qué bonito!- Carla sacó
un pañuelo de color rosa de su bolso- Como me gustan las cosas que acaban bien,
queridos.
-Ha costado… solo hemos
tenido que sacrificar un plato, un vaso y una taza que me habían regalado.
-Lo sentimos- dijeron al
mismo tiempo Jorge e Hipo agachando la cabeza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario